1. No renuncie a su papel de
padre. Una de las armas mas contundentes que el mundo usa para que deje de
lado la labor de padre que Dios le ha encomendado es llevarlo a pensar que
no vale la pena, que haga lo que haga los hijos fracasan, que la vida se
encargará de enseñarles, que mejor es que aprendan por su propia experiencia,
además de insinuarle que lo único que se consigue es que los hijos se rebelen.
Por ningún motivo DEJE DE HACER
LO QUE TIENE QUE HACER COMO PADRE, independientemente de los resultados o de lo
que el resto del mundo está haciendo. Piense solamente que no es lo mismo
respetar a nuestros hijos, enseñarles el uso razonable de su libertad QUE SER
INDIFERENTES CON ELLOS; probablemente sus hijos van a tener que lidiar con sus
equivocaciones derivadas de ser padre, pero no con un sentimiento tan
doloroso como es saber que tuvo PADRES AUSENTES, INDIFERENTES, A LOS CUALES
NUNCA LES IMPORTO LO QUE SUCEDÍA CON ELLOS.
2. No se ausente en tiempos de
crisis o de conflictos. Las crisis son las oportunidades, grandes oportunidades
en la vida de nuestros hijos para arribar a un grado de madurez cada vez mayor,
en la medida en que estemos junto a ellos dándoles con nuestra presencia y
aliento, UN VERDADERO VALOR a ese momento tan especial que están pasando.
3. Sus hijos requieren cantidad
de tiempo y tiempo de calidad. No es cierto aquella frase tan común a nuestro
tiempo: "YO LE DOY CALIDAD DE TIEMPO A MIS HIJOS PORQUE NO TENGO CANTIDAD
DE TIEMPO PARA ELLOS".

Hay procesos en la educación de
nuestros hijos que requieren persistencia, continuidad, consistencia en el
adiestramiento. Enseñarles a lavarse los dientes, o a no tomar cosas ajenas,
son actitudes que no pueden ser conseguidas en los hijos solo por imposición o
por imitación; necesitan ser internalizadas, apropiadas dentro de un esquema de
desarrollo y comprensión del niño; esto requiere tiempo y esfuerzo sostenido de
parte de los padres.
Igualmente si deseamos establecer
una corriente efectiva de comunicación, tendremos que empezar por escucharlos,
intentar comprenderlos, ganar su confianza, y esto como vemos no se va a lograr
señalándoles un día en nuestra agenda o unos minutos en nuestra apretada
jornada diaria ¡ ESTO NECESITA SU TIEMPO!
4. Enséñeles a decir NO, y no
solamente diga no por ellos. Indudablemente hay ocasiones en que habremos de
mantenernos en una negativa que sabemos conviene a nuestros hijos, aún sin que
las razones que exhibimos sean enteramente comprendidas. Pero lo que realmente
conviene es llevarlos a ellos a un tipo de convicción lograda en base a
preguntas y consideraciones propias, revisión de los principios que están en
juego en cada situación, ventajas o desventajas de una decisión correcta,
efectos posibles en la conducta en los demás, si están o no dentro de lo que
Dios espera de ellos, etc.
De lo que puede observarse de la conducta
de los niños y jóvenes, estos se comprometen en serio, y cumplen, respetando
las reglas, horarios, en general los límites que ellos mismos escogieron o
negociaron de común acuerdo con sus padres, que aquellos que les fueron
impuestos desde afuera.
5. Además de valores, incluya
Principios Bíblicos en la formación de sus hijos.
Muchos padres piensan que es suficiente enseñarles responsabilidad, honestidad,
sinceridad, amor al trabajo, etc., pero se olvidan de que todos ellos tienen
sus correspondientes espirituales, perfeccionados en la persona de Dios y como
El, inconmovibles, eternos. Estos filtros dados por Dios en su palabra nos
hacen ver más claramente la estima tan alta que Dios concede a nuestra conducta
y lo que espera de nosotros.