“El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.” Proverbios 13:24.
- No permita que sus hijos murmuren, ni que lloren porque no les gusta lo que usted les ha mandado a hacer.
- No permita que sus hijos respondan con una actitud de desafío a una orden dada por usted, ni tampoco permita que le rueguen o le supliquen para que usted cambie lo que les ha dicho que hagan.
- No permita que sus hijos pongan el pretexto de: “se me olvidó” o “no lo oí”, cuando se hubiera podido recordar y hubiera podido oír. Exija la obediencia y ellos aprenderán a recordar y oír.
- Alabe con moderación el mejor esfuerzo de sus hijos, y sus buenas intenciones al hacer algo, aunque el desarrollo no sea bueno.
- No se enorgullezca delante de sus hijos, ni delante de los compañeros de sus hijos, ni en su corazón cuando ellos tiene capacidad e inteligencia sobresalientes. Regocíjese más bien cuando ellos son obedientes y aprenden con deleite la sabiduría y el temor de Dios.
- No permita que sus hijos le corrijan a usted ni a otros adultos, a menos que lo hagan con mansedumbre y humildad.
- Enseñe a sus hijos a esperar su turno con paciencia. Quíteles ese espíritu de “yo primero”.
- Nunca permita que sus hijos se habitúen de hablar y actuar teniendo lástima de sí mismos. Ellos necesitan aprender que no todas las cosas en el mundo son justas.
- Nunca permita que sus hijos pongan pretextos por su mal comportamiento, ni que les echen la culpa a otros. Enséñeles que ellos son responsables por lo que han hecho.
- No exija que sus hijos cumplan con una tarea que sea superior a su capacidad.
- Nunca deje pasar la desobediencia sin la disciplina apropiada. Si sus hijos saben que merecen un castigo y se dan cuenta que usted lo sabe, pero usted no tiene la fuerza moral para administrárselo, entonces ellos aprenden a menospreciarlo a usted y viven bajo condenación. La disciplina, cuando es llevada a cabo propiamente, no hará que sus hijos sientan que usted los rechaza o los desprecia, sino que los ama.
- No castigue a sus hijos dos veces por la misma ofensa.
- No pida a sus hijos que hagan algo que usted mismo no quiere hacer.
- Enseñe a sus hijos a que trabajen con gusto hasta terminar la tarea.
- Enseñe a sus hijos con su ejemplo a que las cosas espirituales y eternas son de más valor que las cosas materiales.
- Sea honrado con sus hijos sin excepción alguna. No prometa lo que no va a cumplir.
- Si usted o su cónyuge no están de acuerdo en como actuar con sus hijos en alguna situación determinada, no lo discutan en presencia de ellos. Sus hijos deben saber que ustedes están unidos y que ellos nunca podrán ir a uno de los cónyuges para conseguir lo que el otro prohibió.
- Dependa de Dios para que Él haga la obra que usted no puede hacer en los corazones de sus hijos. Pídale a Dios en oración cada día por sus hijos.
“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlo en disciplina y amonestación del Señor.” Efesios 6:4

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