
septiembre 29, 2011
¿Qué espera Dios de mí?

septiembre 23, 2011
Tus hijos son tu herencia... ¡Disfrútalos!
Si eres padre de familia o si no lo eres este mensaje es para que lo tengas presente en tu desenvolvimiento como tal; los hijos salen de ti mismo y nunca nadie se odio, maltrató, se despreció, se insultó a si mismo; y si no lo haces contigo porque lo haces con tus hijos? y si te gusta que te traten bien porque tratas mal a tus hijos? y si realmente los amas porque vives insultándolos y hablándoles de forma altanera y grosera?
Este es el día y esta es la hora de empezar de nuevo, si Dios ha permitido que leas este mensaje es porque anhela que la relación con tus hijos mejore de modo que ya no desprestigies la herencia que Dios te ha dado como lo son tus hijos, sino que de aquí en adelante aprendas a disfrutarlos, a amarlos, a valorarlos, a darles comprensión, afecto, ternura, aceptación ; entendiendo que un día fuiste hijo y necesitaste de lo que ellos hoy necesitan; y quizás a ti te trataron de la misma manera que los estas tratando a ellos pero, déjame decirte que esa maldición de hacer lo mismo que te hicieron a ti se corta cuando le das lugar a la palabra de Dios la cual hace verdaderamente libre al que la recibe.
Por ello padre o madre de familia, es tiempo de que hagas un alto y no esperes a que sea demasiado tarde, para entonces querer darle afecto y comprensión a tus hijos; quizás no habías estado desempeñando tu papel como padre en su plenitud y habías tenido en poco la herencia que Dios te ha dado como lo son tus hijos pero ahora es el tiempo de cumplir ese rol. Pídele a Dios que sea tu guía y el de tus hijos, no esperes que sea demasiado tarde para hacerlo.
"He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre." (Salmos 127:3)
septiembre 04, 2011
CLAVES PARA EDUCAR A NUESTROS HIJOS
- No permita que sus hijos murmuren, ni que lloren porque no les gusta lo que usted les ha mandado a hacer.
- No permita que sus hijos respondan con una actitud de desafío a una orden dada por usted, ni tampoco permita que le rueguen o le supliquen para que usted cambie lo que les ha dicho que hagan.
- No permita que sus hijos pongan el pretexto de: “se me olvidó” o “no lo oí”, cuando se hubiera podido recordar y hubiera podido oír. Exija la obediencia y ellos aprenderán a recordar y oír.
- Alabe con moderación el mejor esfuerzo de sus hijos, y sus buenas intenciones al hacer algo, aunque el desarrollo no sea bueno.
- No se enorgullezca delante de sus hijos, ni delante de los compañeros de sus hijos, ni en su corazón cuando ellos tiene capacidad e inteligencia sobresalientes. Regocíjese más bien cuando ellos son obedientes y aprenden con deleite la sabiduría y el temor de Dios.
- No permita que sus hijos le corrijan a usted ni a otros adultos, a menos que lo hagan con mansedumbre y humildad.
- Enseñe a sus hijos a esperar su turno con paciencia. Quíteles ese espíritu de “yo primero”.
- Nunca permita que sus hijos se habitúen de hablar y actuar teniendo lástima de sí mismos. Ellos necesitan aprender que no todas las cosas en el mundo son justas.
- Nunca permita que sus hijos pongan pretextos por su mal comportamiento, ni que les echen la culpa a otros. Enséñeles que ellos son responsables por lo que han hecho.
- No exija que sus hijos cumplan con una tarea que sea superior a su capacidad.
- Nunca deje pasar la desobediencia sin la disciplina apropiada. Si sus hijos saben que merecen un castigo y se dan cuenta que usted lo sabe, pero usted no tiene la fuerza moral para administrárselo, entonces ellos aprenden a menospreciarlo a usted y viven bajo condenación. La disciplina, cuando es llevada a cabo propiamente, no hará que sus hijos sientan que usted los rechaza o los desprecia, sino que los ama.
- No castigue a sus hijos dos veces por la misma ofensa.
- No pida a sus hijos que hagan algo que usted mismo no quiere hacer.
- Enseñe a sus hijos a que trabajen con gusto hasta terminar la tarea.
- Enseñe a sus hijos con su ejemplo a que las cosas espirituales y eternas son de más valor que las cosas materiales.
- Sea honrado con sus hijos sin excepción alguna. No prometa lo que no va a cumplir.
- Si usted o su cónyuge no están de acuerdo en como actuar con sus hijos en alguna situación determinada, no lo discutan en presencia de ellos. Sus hijos deben saber que ustedes están unidos y que ellos nunca podrán ir a uno de los cónyuges para conseguir lo que el otro prohibió.
- Dependa de Dios para que Él haga la obra que usted no puede hacer en los corazones de sus hijos. Pídale a Dios en oración cada día por sus hijos.
“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlo en disciplina y amonestación del Señor.” Efesios 6:4
